lunes, 30 de junio de 2008

Piedrita

Ayer pasé todo el día con mis hijos. Jugamos a basket, vimos la tele, comimos palomitas, hicimos una sesión de cosquillitas... Disfruto de ellos como puedo.

Los mimo, les acaricio, les doy besitos, les curo las picaduras de mosquito, me enfado cuando hace falta... Les educo y les cuido.

Sin embargo, a pesar de tener mi mente distraida, no consigo engañar a mi propio corazón... Algo sigue allí, como una piedrita, infectándome el alma... Algo se sigue apagando, inevitable e inexorablemente, en mi interior.

jueves, 26 de junio de 2008

Harta

Estoy harta que me digan que soy guapa, inteligente y maravillosa. ¿De qué me sirve? Sólo son palabras que se lleva el viento...

Estoy harta de hacerme ilusiones, de pensar que la gente vale la pena, de apostar por la raza humana. ¿De qué me sirve? Sólo son esperanzas que se evaporan en el tiempo...

Estoy harta de oir que vale la pena soñar, de pensar que los deseos a veces se cumplen, de creer en un futuro que nunca llega. ¿De qué me sirve? Sólo son quimeras de princesas de cuentos.

lunes, 23 de junio de 2008

Una vez más ocurrió…

Los niños se fueron, salí a pasear. Suelo procurar tener algo que hacer después de dejar a los nenes, para mantener mi cabeza ocupada.

Necesitaba alguien a mi lado, pero no me apetecía hablar. Quería acabar con esa desagradable sensación, mas, en ese estado, no hubiera sido de buena compañía. Hice una llamada, pero me arrepentí. Era como si hablar de cómo me sentía lo amplificara, y lo que deseaba era restarle importancia. El aire me fue bien.

Pero esta vez, al volver a casa, volví a sentir ese inmenso vacío indescriptible… Esperé una visita, una llamada, pero nada… Calma total. Me fui a dormir pronto, porque no me apetecía ver la tele sentada, sola, en el sofá. Mi mente no conseguía guardar reposo.

Pensé en lo grande y fría que parece la mitad de mi cama desocupada, la enormidad de mi habitación en la oscuridad, sin nadie que me envuelva en sus brazos. De repente, una lágrima asomó, preguntándose cuánto tiempo duraría esta situación.

domingo, 22 de junio de 2008

Comida campestre

Hoy disfruté de un día campestre con los niños y una pandilla de amigos. La salida fue improvisada, una ensalada fría de arroz, unas frutas, bebidas y la merienda.

En mi infancia, esas salidas se hacían todos los domingos, hiciera el tiempo que hiciera, siempre encontrábamos una solución para comer al aire libre, sin que nos molestara el sol o nos mojara la lluvia. Recuerdo sobretodo a la gente que estaba siempre presente, de los cuales más de la mitad falleció ya.

El mejor momento llega después de comer, cuando una se tumba al sol o a la sombra, en función de la temperatura, sobre una manta, y se relaja... Siempre me viene en mente un "esto es vida", mientras los niños corretean, los mayores se ponen a jugar con cualquier tipo de pelota, y otros se van a caminar por el monte. Disfruto de ese tiempo de relax, viendo las idas y venidas de todos, o, simplemente, abandonándome a mi misma en un sueño profundo. Mientras, observo los árboles, el olor a hierba fresca, las ajetreadas hormigas... todo tiene una razón de estar allí, sin unas cosas no se darían otras.

De regreso a casa, tenía que entregar los niños a su padre... de golpe, todo el placer se esfuma, dejando paso a unos nervios inexplicables que se apoderan de mi estómago. Por suerte hoy no me habló. Más bien estaba enfadado. Pero no se por qué mi estomago sigue raro...

viernes, 20 de junio de 2008

Un buen café

El otro día fui a comer a casa de mi mejor amiga. Cuando acabamos de comer su hermano me preguntó si deseaba un café y se levantó a prepararlo.

Sólo nosotros dos tomábamos café. A mi aquél me supo a gloria. No fue por el aroma, porque era café de puchero, hecho de manera improvisada con agua caliente y un colador de tela, por no disponer de cafetera en ese momento. Pero recuerdo que lo tomé sorbito a sorbito, degustándolo hasta la última gotita... en ese momento analicé el sabor porque me pareció extraño que me supiera tan bien, y me di cuenta de que no era el café más sabroso que hasta entonces había tomado.

Al día siguiente algo me hizo recordar aquél café, y me puse a pensar en él. Me di cuenta que lo que realmente disfruté fue mucho más que lo que se deslizaba por mi garganta... fue la situación, una agradable conversación, un momento de descanso... Y es que compartir ese instante con alguien que te lo ofrece, es tan bonito...

Entonces observé lo mucho que me gusta que me preparen un café... anhelo tener en casa un atento cómplice que comparta sus desayunos conmigo... hace tanto y tanto tiempo que no me preparaban un "buen" café...

domingo, 15 de junio de 2008

Finde recreo

Si... este finde estuve en la playa con mi padre. Me hace gracia, porque a veces pienso que los otros se deben extrañar, parecemos una de esas parejas atípicas, y a veces me dan ganas de gritar ¡Es mi padre!... Pero en el fondo me da igual, no tengo porque justificar nada a nadie.

El sábado, pasando de la operación bikini, me tumbé en la hierba de la piscina a tomar el sol. Diez minutos boca abajo... que duro está el suelo... vuelta... diez minutos más... empieza a picar el sol... uf! una nube, gracias! Vuelta... me quedo medio dormida... ¿qué hora debe ser? ah, sólo pasaron diez minutos... vuelta... me pongo crema protectora... diez minutos... me empiezan a arder los pómulos... una llamada! hola amiga! gracias por salvarme del aburrimiento!... vuelta... por fin se hizo la hora de comer! Entonces, agradezco tener una piscina en la que tomar el sol, si hubiera estado en la playa aún hubiera tenido que sacudir mi toalla, quitar la arena de mi bolso y mis chanclas, etc... La hierba me permite salir corriendo, menos mal que sólo hacían 23 grados! Ya veis... no nací para hacer de lagarto!

Después de comer, dado que no puedo reanudar mi sesión de tortura solar por culpa (gracias!) de las nubes, decido irme al centro comercial. Sesión de peluquería... de esas donde te cobran hasta el aire que respiras y encima te "roban" el pelo. ¿Cómo puede ser que pida que me corten las puntas y salga con 5 cm menos? ¿Acaso hay alguna misteriosa medida más pequeña que yo desconozca? Enfin... con mi nuevo corte de pelo (ni mejor ni peor del que me pudieran hacer en cualquier pelu que no tuviera un nombre conocido) me voy a deambular por las tiendas... Allí sí disfruto. Me encanta pasear entre la ropa, ver los colores, las formas estrambóticas que se ponen de moda (aunque dudo que haya gente a quien le siente bien), y me encanta el tacto de los tejidos. Me pruebo alguna pieza, pero no compro mas que un cinturón que me hacía falta y un par de pantalones para los nenes.

Por la noche sesión de cine... con palomitas! Operación bikini, definitivamente, abandonada!! La peli no vale nada, normal, le dejé escoger a mi padre! Pero no me quejo, se que la próxima vez no volverá a pasar!

Esos días son los que me permiten darme cuenta de que no hace falta gran cosa para ser feliz y relajarse... por un espacio de tiempo estuve sóla y pude dedicarme un tiempo... sin pensar, sin obligaciones, sin necesidad de decidir ni de planificar nada... simplemente, dejándome llevar por mi cuerpo. Un paseo conmigo misma. Vacío total.

viernes, 13 de junio de 2008

Cínico

Nuevo capítulo de mi historia sin fin... hoy cuando llevé a los nenes, su padre estaba "de buenas", contrariamente a ayer, cuando se presentó en mi lugar de trabajo para hacer, supuestamente, unas gestiones.

Me hizo entrar a su casa, donde apoyó su brazo en la pared impidiéndome salir, con una sonrisa de oreja a oreja, con una forzosa expresión, casi cínica. Cuando le indiqué todo lo que tenía que saber de los niños, le pedí que me dejara pasar

- ¿Qué te pasa? ¿Tienes prisa? ¿O tienes miedo que te agreda?

Conseguí, no se cómo, colarme y salir, controlando mis gestos y mi calma de manera natural

- No tengo miedo de ti, déjame en paz
- No se... parece que tengas miedo que te agreda, de hecho, es verdad, podría hacerlo...
- Atrévete!

Una sonrisa cínica otra vez, una duda en sus gestos, me marcho diciendo un "vete a la mierda", más bien como un pensamiento a gritos.

Entro en mi coche, viene sonriente al ver que en él estaba una amiga que me había acompañado. Bajo la ventanilla al ver que me quería preguntar algo.

- Por cierto... si vas a ver al niño al teatro me podrías recoger para que vayamos juntos, no vamos a ir en dos coches, pudiendo ir en uno...

Le miro, perpleja... Por un momento mi cerebro ordena un "si, es cierto", pero en el camino hacia mi boca se transforma, recogiendo los recuerdos que hay a su paso...

- ¿No creerás que tengo ganas de tenerte en mi coche, no?

Ante su sorpresa, aprovecho la ocasión...

- No te entiendo, ayer vienes en plan antipático y hoy lo más simpático del mundo, aclárate, o nos comportamos civilizadamente (que como amigos ya imposible), o nos hacemos la guerra, tu ya sabes mi preferencia

Mira a mi amiga diciendo, casi a gritos

- Esta no se aclara, a ver si sabes tú lo que quiere!

Bruscamente, cambia su expresión, su cara se llena de ira y, como por contenerse a si mismo, da la vuelta y se aleja del coche murmurando un "si esto es lo que quieres voy a ser un capullo". Luego vuelve esa sonrisa forzada, al ver su ademán de acercarse de nuevo a mi coche, lo pongo en marcha y me alejo...

No tengo nada que temer, no me puede quitar nada porque todo se lo quedó él, sin embargo, no puedo evitar pensar que me prepara una mala jugada... Llego a la conclusión que no le temo físicamente, pero mi mente se desestabiliza... ¿lo sabrá él? ¿será esa su táctica? ¿esperará que yo cometa un error que él pueda aprovechar? ¿querrá volverme loca?. Un escalofrío me recorre, pienso en la custodia de los niños... no, eso imposible.

No creo que él sea capaz de ser tan sutil y estratégico, aunque dicen que la venganza es un plato que se come frío... ¿entrará eso en sus planes o es que estoy volviéndome paranoica?

jueves, 12 de junio de 2008

Altibajos

De vez en cuando la cruda realidad viene a tocar a mi puerta… Intento no abrir nunca, pero a veces se me cuela. Aprovecha cualquier situación en que mi fortaleza haya bajado la guardia, conmoviéndose por una película, un conversación, una situación, un pensamiento, un desafortunado encuentro...

Entonces me doy cuenta de que intento sobrevivir en un mundo de sueños y fantasía, pero la realidad es muy diferente… Conversando conmigo, llega a convencerme que persigo lo imposible.

Cada vez que estoy con ella me acerco más al final de mis sueños, a la renuncia de todo aquello por lo que intento vivir.

¿Por qué no aceptar de una vez que mis responsabilidades darían miedo a cualquiera que se encontrara en su sano juicio? ¿Cómo puedo esperar que llegue a mí un príncipe azul al que no le importe vivir en un lugar inhóspito, tan alejado de la civilización? ¿Qué razón tan absurda retiene a esa niña que sigue soñando a pesar de la adversidad? ¿De qué sirve seguir esperando cuando lo más fácil y lógico sería asumir la derrota?

Ya veis… no todos los días son rosas, espero que mañana haya dado una patada a mi inoportuna y forzosa invitada, y pueda seguir adelante... una vez más. Mientras tanto, mi objetivo por hoy será llegar al final del día y conocer un nuevo amanecer más positivo.

sábado, 7 de junio de 2008

Los niños y la tecnología

Mi generación fue intermedia. Yo ya me crié con ordenadores. Recuerdo aquellos que se conectaban a un ruidoso radio-cassette que tardaba horas en cargar un juego que probablemente nunca llegaría a funcionar. Luego aparecieron otros con un cartucho que se introducía directamente en una ranura del propio teclado.

Empecé a programar Ms-dos y a escribir con el Works. Recuerdo aquellas pantallas negras que la única opción de color que presentaban era el de las letras, en algunos programas blancas, otros verdes y otros naranjas.

Siempre me ha gustado la informática. Pero los juegos electrónicos también eran mi debilidad. Con el tiempo he ido perdiendo el gusto, por no disponer de tiempo, y cuando juego ya me encuentro patosa, falta de relejos. Esa parte se la dejo ya a mis hijos.

Como madre reponsable, siempre he tratado de educar a mis hijos en el uso de las videoconsolas. Les he enseñado a descansar y dedicarse a otra cosa mientras sus ojos descansan, cosa que, a mi gran sorpresa, lo tienen asumido y aplican sin necesidad de decírselo. Pero en el fondo entiendo sus ansias por acabar un juego, queda en mi el recuerdo de aquel vicio...

Por otra parte, siempre he velado por el contenido de los juegos que utilizan, diciéndoles el porqué no quería que jugaran a este o a aquel, lo mismo he hecho con las películas o algún dibujo animado que no me ha parecido apropiado.

Me agrada ver que hasta ahora jamás protestaron en desmesura, porque han entendido mis explicaciones y mi rol. No obstante, considero que ahora tienen unas edades en que debo ya empezarles a descubrir este mundo de monstruos y de violencia que es el nuestro, del que no se escapan en el día a día, por vivirlo a través de los otros niños del colegio.

Así, empiezo a ceder a la trilogía de la Guerra de las Galaxias, del Señor de los Anillos el juego de play de San Andreas... que otros niños ya han visto desde hace mucho tiempo. Se que muchas madres pensarán que esto es una bobada, pero realmente es algo sobre lo que no puedo cambiar de idea... tengo la íntima convicción de tener razón.

El mundo de Internet ya es otro tema... de momento, mientras no exista la demanda, seguiré escabullendo la iniciación, pero el día que me lo pidan, ya no tendré más remedio.

Creo que Internet será el principio del fin de su inocencia... hasta entonces ¡viva su niñez!.

viernes, 6 de junio de 2008

Felicidad relativa

Ultimamente, con mi pros y contras, puedo afirmar que me siento feliz. A menudo pienso que muchas personas (por no decir la mayoría) se hunden por menos de lo que yo he pasado.

¿Porqué yo no? Pues no se... quizás haya heredado la fortaleza de mi abuela, o quizás tenga simplemente una manera de ver las cosas de forma especial.

Creo que la vida me enseñó a base de palos, y, aunque no me gusta esta frase, he acabado aceptándola como mi propia realidad.

Cuando hago un balance de mi pasado, no me sumerjo en él, sino que intento aprender de lo malo y recordar los mejores momentos. Creo que de esa manera lo malo no parece tan malo y así deja de afectarme.

Las secuelas de mi alma se convirtieron ya en cicatrices. Todo se puede relativizar, todo tiene solución, todo se puede asumir con dolor... o sin él.

Y es que la felicidad realmente es relativa... la felicidad no se busca, ni se encuentra... la felicidad la sentimos, la creamos y la vivimos nosotros mismos con nuestros pensamientos.