El otro día fui a comer a casa de mi mejor amiga. Cuando acabamos de comer su hermano me preguntó si deseaba un café y se levantó a prepararlo.
Sólo nosotros dos tomábamos café. A mi aquél me supo a gloria. No fue por el aroma, porque era café de puchero, hecho de manera improvisada con agua caliente y un colador de tela, por no disponer de cafetera en ese momento. Pero recuerdo que lo tomé sorbito a sorbito, degustándolo hasta la última gotita... en ese momento analicé el sabor porque me pareció extraño que me supiera tan bien, y me di cuenta de que no era el café más sabroso que hasta entonces había tomado.
Al día siguiente algo me hizo recordar aquél café, y me puse a pensar en él. Me di cuenta que lo que realmente disfruté fue mucho más que lo que se deslizaba por mi garganta... fue la situación, una agradable conversación, un momento de descanso... Y es que compartir ese instante con alguien que te lo ofrece, es tan bonito...
Entonces observé lo mucho que me gusta que me preparen un café... anhelo tener en casa un atento cómplice que comparta sus desayunos conmigo... hace tanto y tanto tiempo que no me preparaban un "buen" café...
viernes, 20 de junio de 2008
Un buen café
Etiquetas:
pensamiento,
soledad
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1 comentario:
El café de pota, es el mejor.
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