sábado, 7 de junio de 2008

Los niños y la tecnología

Mi generación fue intermedia. Yo ya me crié con ordenadores. Recuerdo aquellos que se conectaban a un ruidoso radio-cassette que tardaba horas en cargar un juego que probablemente nunca llegaría a funcionar. Luego aparecieron otros con un cartucho que se introducía directamente en una ranura del propio teclado.

Empecé a programar Ms-dos y a escribir con el Works. Recuerdo aquellas pantallas negras que la única opción de color que presentaban era el de las letras, en algunos programas blancas, otros verdes y otros naranjas.

Siempre me ha gustado la informática. Pero los juegos electrónicos también eran mi debilidad. Con el tiempo he ido perdiendo el gusto, por no disponer de tiempo, y cuando juego ya me encuentro patosa, falta de relejos. Esa parte se la dejo ya a mis hijos.

Como madre reponsable, siempre he tratado de educar a mis hijos en el uso de las videoconsolas. Les he enseñado a descansar y dedicarse a otra cosa mientras sus ojos descansan, cosa que, a mi gran sorpresa, lo tienen asumido y aplican sin necesidad de decírselo. Pero en el fondo entiendo sus ansias por acabar un juego, queda en mi el recuerdo de aquel vicio...

Por otra parte, siempre he velado por el contenido de los juegos que utilizan, diciéndoles el porqué no quería que jugaran a este o a aquel, lo mismo he hecho con las películas o algún dibujo animado que no me ha parecido apropiado.

Me agrada ver que hasta ahora jamás protestaron en desmesura, porque han entendido mis explicaciones y mi rol. No obstante, considero que ahora tienen unas edades en que debo ya empezarles a descubrir este mundo de monstruos y de violencia que es el nuestro, del que no se escapan en el día a día, por vivirlo a través de los otros niños del colegio.

Así, empiezo a ceder a la trilogía de la Guerra de las Galaxias, del Señor de los Anillos el juego de play de San Andreas... que otros niños ya han visto desde hace mucho tiempo. Se que muchas madres pensarán que esto es una bobada, pero realmente es algo sobre lo que no puedo cambiar de idea... tengo la íntima convicción de tener razón.

El mundo de Internet ya es otro tema... de momento, mientras no exista la demanda, seguiré escabullendo la iniciación, pero el día que me lo pidan, ya no tendré más remedio.

Creo que Internet será el principio del fin de su inocencia... hasta entonces ¡viva su niñez!.

1 comentario:

Josemy dijo...

Haces muy bien en ponerles ciertos límites, y si ellos los acatan, es más, lo hacen por su propia voluntad, no debes tener el miedo que, recuerdo, tenías por educarlos tú sola. Los límites están bien, para todo...

Yo hasta mayor, con 15 o 16 años no empecé con los juegos de rol en la consola, y hasta esa edad tampoco empecé con internet... Y, no te creas, la inocencia no se pierde tan pronto, tarda algo más... Antes de perderla tienen que pasar muchas cosas...

E internet con mesura no es un problema... pero si no lo piden, tampoco se lo des... yo iba a los cibers... y allí no se podía "hacer, ni ver mucho"... ya me entiendes...

Bss, y tranquila...